lunes, 23 de junio de 2014

¿Existe la fantasía?, de Carla García Esquiva (10 años)

Había una vez una niña llamada Ángela que creía demasiado en la fantasía.

Se imaginaba que algún día podría volar mágicamente; se imaginaba que había un concurso de brujas y, sin que sus padres se enteraran, participaba pero como según ella era la única humana, las brujas no deberían saber que ella no era bruja y ese concurso duraba 10 años. En el concurso participaban en: ver quién se vestía antes, quién salía antes del garaje, quién ponía antes la mesa… pero ella se imaginaba que las brujas estaban a su lado.

Lo que más se imaginaba y más le gustaría ser era un vampiro. Siendo un vampiro bueno podría volar, hacer magia, transformarse en murciélago… Hasta que un sueño le hizo tener dudas.

Un día, como habitualmente, se fue a dormir a las 8:00 de la noche, porque según ella cuando más pronto se acostaba, más fantasía tendría.

En el sueño que tuvo esa noche, se convirtió en un vampiro que podía volar, convertirse en murciélago… y no paraba de repetir:

- ¡Es el mejor sueño que he tenido en mi vida!

En ese sueño era como la reina vampira de ese sitio y por eso decidió ir a dar un paseo por su pueblo. Allí vio a algunos de sus mejores sueños: un perro que hablaba, sus peores enemigos en la cárcel, sus amigas y amigos a su disposición, tenía mayordomos…

Estaba totalmente sorprendida cuando vio un bosque con una cosa nada parecida a las que había por allí, así que decidió ir a ver. Cuando estaba a punto de entrar a la casa, en la puerta le apareció un hada, pero sin alas y más pequeña que le dijo:

- Yo te sugiero que no entres aquí, pero en caso de que entres, recuerda siempre esto: la fantasía siempre te acompaña.

Y el hada enanita desapareció.

Ángela se quedó súper extrañada, pero a pesar de eso entró. La casa estaba un poco oscura y bastante desordenada. Vio los cuartos uno por uno, hasta llegar a una habitación súper oscura. Cuando entró vio algo que se movía y se daba la vuelta.

- ¡Aaaaaaaah! —gritó Ángela.

Vio un cuerpo muy viejo y gordo, con un montón de arrugas. Ángela gritó y gritó una y otra vez. El hombre viejo dijo:

- Nunca creas en la fantasía o te pasará lo que a mí: serás vieja, con un montón de arrugas, no tendrá luz y por querer ser algo que no es normal, ¡te puedes morir! ¡Céntrate, la fantasía no existe, has malgastado tu vida!

Nada más terminar el anciano, Ángela se despertó. No se lo podía creer, nunca había tenido un sueño así. Pensó y pensó, pero a pesar de que pensaba no sabía qué hacer. Cuando estaba a punto de arrepentirse y dejar de creer en la fantasía, se acordó de lo que le había dicho el hada y volvió a pensar:

- Tampoco hace falta dejar de creer en la fantasía y tampoco hace falta volverse loco por la fantasía. Voy a creer en la fantasía, pero también me voy a centrar en mis estudios.


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